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En el Valle del Yaqui, la soya un cultivo factible
Con información del Diario del Yaqui
Apr 30, 2012, 00:00

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Antecedentes

El valle del yaqui fue una importante región productora de soya en la década de los ochentas, de tal manera que en 1985 se logró la máxima superficie sembrada del estado de Sonora de 160 mil hectáreas, con la que se obtuvo una producción de casi 330 mil toneladas.

Sin embargo, a mediados de los noventa se redujo fuertemente la superficie de cultivo de soya, debido principalmente a la presencia de problemas fitosanitarios, particularmente la mosquita blanca, que ocasionó fuertes pérdidas en los rendimientos del grano, de tal manera después de 1995 ya no se sembró más soya.

No fue sino hasta el ciclo agrícola primavera-verano 2010, cuando por interés de los agricultores se reactivó el programa de siembras de soya y se cultivaron 741 hectáreas. En el ciclo PV 2011 se sembraron 1,362 hectáreas de las que se obtuvo una producción de 3,265 toneladas. En el ciclo PV 2012, se tiene programada la siembra de 1,800 hectáreas.

En abril, el M.C. Lope Montoya Coronado, investigador del INIFAP llevó a cabo una plática a los agricultores de la región, sobre la tecnología de producción de soya cuya información se comparte en este artículo:

Bondades de la soya

La soya es la oleaginosa de mayor importancia a nivel mundial por su gran cantidad de proteína. Los principales subproductos obtenidos son el aceite para consumo humano y la harina utilizada como ingrediente proteico de alimentos balanceados para animales domésticos, principalmente aves y cerdos.

De acuerdo a datos del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, del 2005 al 2009, la producción mundial de soya ha tenido un crecimiento de 13.6%, al pasar de 220 a 250 millones de toneladas. Esta producción se concentra en Estados Unidos con 36%; Brasil, 25%; Argentina, 21%; China, 6% y otros países el 12%. En el 2008, México produjo 153 mil toneladas de soya equivalente a 4.7% del consumo total nacional para ese año. El 87% de la producción, dijo, se concentró en los estados de Tamaulipas con 58%; Chiapas, 16% y San Luis Potosí con 13%.

Mosquita blanca

El problema del cultivo de soya en el noroeste de México cambió radicalmente a partir de 1994 por la mosquita blanca (MB), ya que redujo los rendimientos promedio de 2.1 a 1.5 toneladas por hectárea en más de 20 mil hectáreas, ocasionando fuertes pérdidas para los productores. Actualmente se pueden usar variedades resistentes a la plaga.

Prioritario reactivar la soya

Durante un periodo de 30 años fue la soya en rotación con trigo el principal cultivo de verano, y debido a que las opciones de siembra son muy limitadas en el noroeste de México, se considera prioritario reactivar este cultivo.

Suelos

La soya se adapta bien a suelos con buen drenaje como el de tipo barrial profundo, franco, arenoso y de aluvión. La recomendación es evitar sembrar en terrenos donde se tiene el antecedente que se presenta amarillamiento o clorosis foliar como son los de barrial compactado y calcáreos, con mal drenaje y pH mayor de 8.0. Igualmente no hacerlo en suelos salinos con más de 4.0 mmhos/cm de conductividad eléctrica. Es importante también seleccionar terrenos donde la mosca blanca haya presentado baja incidencia y que los lotes aledaños no estén o hayan estado sembrados con cultivos preferidos por esta plaga.

Preparación del terreno

La preparación del terreno se puede realizar bajo dos sistemas: vía labranza convencional y labranza de conservación. Es importante tener mucho cuidado en la siembra para tener uniformidad en la emergencia y un adecuado desarrollo del cultivo.

Labranza convencional

El subsoleo se debe realizar a 60 centímetros de profundidad a fin de romper el piso de arado y contribuir a un mejor desarrollo radical y el barbecho a una profundidad de 30 centímetros para voltear la tierra y destruir la maleza y las plagas.

Por la premura en el tiempo con que se prepara el terreno para este cultivo, en la rotación trigo-soya, tanto el barbecho como el subsoleo deben realizarse preferentemente antes de la siembra de trigo. El rastreo sirve para mullir el suelo, lo que facilita la siembra y propicia una emergencia uniforme de plántulas. Dos pasos de rastra cruzados, normalmente son suficientes para obtener una cama de siembra adecuada.

Agricultura de conservación

La práctica de la agricultura de conservación se puede realizar tanto en suelos de aluvión como de barrial, donde una vez que se cosecha el cultivo anterior, se puede revivir el surco con el cuadro cultivador, instalando una pata de mula en la barra trasera y de preferencia un disco cortador enfrente de la pata de mula si existe una buena surquería simplemente se riega sobre la paja del cultivo anterior, y la siembra se realiza dando tierra en el primero de los casos y en forma directa en el segundo.

La sugerencia es este último sistema, ya que la paja residual del trigo actúa como un regulador de la humedad y temperatura del suelo, reduciendo los problemas del estrés hídrico y con ello un mejor desarrollo del cultivo. También se ha observado que hay una menor incidencia de clorosis y mosquita bajo este sistema que en labranza convencional.

Después de la cosecha de trigo con trilladoras que esparcen la paja en toda el área y se procede a la aplicación del riego de presiembra sin quemar la paja. Una vez que da punto se lleva a cabo la siembra directa sobre la paja utilizando la sembradora especial para labranza de conservación o la sembradora convencional anteponiendo al chuzo de siembra.

Los mejores resultados en el sellado se han conservado al utilizar ruedas selladoras en “V”, o en caso de no contar con ellas, se puede meter el cultipacker después de la siembra para el mejor sellado. La labranza de conservación se puede usar en cualquier tipo de suelo y con su uso se reducen los costos de producción, ya que no hay preparación del terreno.

Sembrando en fechas óptimas se obtienen rendimientos similares a la labranza convencional, donde la paja residual del trigo actúa como regulador de la humedad y temperatura del suelo, reduciendo los problemas de estrés hídrico y con ello un mejor desarrollo del cultivo.

Variedades

Las recomendación es que se utilicen variedades que se hayan evaluado previamente por su tolerancia a la mosca blanca y adaptación a la región, como es el caso de las variedades Náinari, Guayparime S-10, Suaqui’86, Harbar’88 y Cajeme. Asimismo, se deben evitar sembrar las variedades reportadas como susceptibles o de las cuales no se conoce su comportamiento en la región, ya que pueden sufrir daños considerables si las poblaciones de mosquita son altas.

Fechas de siembra (abril-mayo)

La recomendación es que pongan especial atención en este aspecto, pues la mayor incidencia de mosca blanca se presenta durante los meses de junio, julio y agosto, lo que hace necesario sembrar lo más temprano posible y compactar el periodo de siembra para evitar daños irreversibles en la etapa inicial de desarrollo del cultivo. Se sugiere sembrar del 20 de abril al 30 de mayo. En siembras posteriores se incrementan los problemas de mosquita blanca, amarillamiento y un menor rendimiento al acortarse el ciclo del cultivo.

Fertilización

Por los años que se tiene en el sur de Sonora sin sembrar esta leguminosa, las poblaciones de las bacterias fijadoras de nitrógeno se encuentran muy bajas, por lo cual se recomienda aplicar 60 unidades de nitrógeno por hectárea en presiembra, independientemente de realizar la inoculación de la semilla al momento de la siembra, para lo cual es necesario acudir al Centro Experimental del Valle del Yaqui para mayor información.

Riegos

Es preciso mantener al cultivo en niveles adecuados de humedad evitando al máximo el estrés hídrico, que es cuando la mosquita ocasiona los mayores daños. Según el tipo de suelo se sugiere un riego de presiembra y de 4 a 6 riegos de auxilio.


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