Editoriales
Por una agricultura de conservación en oleaginosas
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Feb 29, 2012, 00:00

La labranza de conservación ofrece a los agricultores la posibilidad de reducir sus costos de producción, mediante un ahorro en el proceso de preparación del terreno, barbecho y rastreo; además, es un sistema que mejora las condiciones físicas, químicas y biológicas de la tierra, y permite enfrentar problemas del cambio climático.

Desde hace un tiempo, FIRA, CIMMYT e INIFAP han promovido esta técnica agrícola; por ahora, en Guanajuato, Jalisco y Michoacán, cuyo sistema se maneja con cultivos en rotación: maíz en primavera-verano y trigo en otoño-invierno, con muy buenos resultados.

El Comité Sistema Producto Oleaginosas sugiere promover esta técnica en todas las regiones de siembra de oleaginosas; con lo cual enfrentará cambios en los regímenes de lluvias, largas temporadas de sequía, proceso de desertificación y poca disponibilidad de agua para riego, consecuencia del cambio climático. Todo ello, aunado a la descapitalización de los agricultores y a la persistencia en el cultivo de oleaginosas con sistemas agrícolas tradicionales que ya no responden a los nuevos requerimientos.

En el Campo Experimental Las Huastecas, el INIFAP conduce un estudio para evaluar los beneficios de la labranza de conservación para las oleaginosas; especialmente cártamo y soya, con el objeto de poner a disposición de los productores esta tecnología que les permitirá contar con una producción competitiva y sustentable. Sin embargo, además de la capacitación para invitar a los agricultores a que participen con esta nueva tecnología, también es necesario contar con maquinaria y equipo que facilite la transferencia hacia la nueva tecnología.

El Comité Nacional Sistema Producto Oleaginosas está convencido que la producción de oleaginosas con labranza de conservación es el más adecuado y un método de mejora continua; no obstante, los agricultores tienen la última palabra.



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